jueves, 29 de octubre de 2015

Negra estampa

La tierra reposa plácida. Mis pies siempre fríos se pelean con el suelo. Cada paso es un pequeño salto al vacío. Tan solo un paso puede costarte toda una vida de insufribles torturas. Así transcurre el devenir y así se nos presenta. No llega a romperse la calma ni el silencio, se vician ambos lentamente a causa de los vapores de las malas decisiones. Acabamos gritando y lo jodemos todo. Ando cansado y así no es fácil que pueda llegar a correr a avisar de la llegada de los persas, pero juro por Dios, como un maldito no creyente harto de malas vibraciones cósmicas, que hay resquicios de fe. Sigue habiéndolos a pesar de la tormenta. Oí hace tiempo hablar de los tifones. Nos balanceamos como el viento por miedo, bailando, asidos por la ira o bajo los efectos de múltiples estupefacientes. Nos gusta dar vueltas sobre nosotros mismos. Y empiezo hablando de servidor, que de tanto caerse ha afectado a la gravedad de la Tierra. Mientras la tierra sigue reposando plácida a mis pies. Me consume una ira descomunal hacia ningún motivo. Por ningún motivo. Por mi propia necedad. Y alargo una telaraña mental que lo envuelve todo y me complica la respiración. Y toda conclusión hallada en la ausencia de aire no puede llegar a defender ninguna causa ante un jurado; Ante las escuetas estrellas que parpadean a veces. Sobre todo si me da por mirar hacia arriba, y las lámparas golpean furiosas luz por todas partes, superponiéndose a la de farolas y ventanas, y dejando algún hueco para alguna tímida estrella. Una silvante de ojos claros y puntas de flecha. Parpadeo. Riego mis plantas con la asiduidad debida, osea cuando no llueve. Mi templanza vale menos que el papel y ostento un ánimo de mil demonios cuando deja de llover. Soy uno de tantos tifones hechos de carne y pulso temploroso. Me vengo arriba y escupo con fuerza. Las ventanas empañadas, la ceniza que se intuye y un silencio negro. He recorrido a cada mujer como devora el fuego un pasto de verano por amor a la belleza y al arte de devorar, pero jamás encontré mayor paz que sumergir la cara dentro de blancas flores de albahaca. Como si de los pechos de la madre naturaleza se tratasen. Recobro el aliento en mitad de la madrugada. Me enderezo, bostezo, estiro los brazos y prendo fuego. Exaltación del yo. Acto reflejo. He dejado a un lado las lógicas aplastantes , ya no corrijo por defecto, apenas me manifiesto y rompo a llorar por dentro forzando la más gracil de las sonrisas en señal de afecto. Rimo a veces sin quererlo y mientras giro en varios tiempos, a tiempo, nublo la vista y estallo. No negaré la compleja vida de un niño perdido, el perder la paciencia a mitad de camino por forzar la máquina. La máquina de follar, citando a Bukowski. Lucho por estar enamorado, porque los cristales amanezcan limpios sin lejía, por conservar lo poco que me queda de entereza y por brindas las causas perdidas. Dios los crea y nosotros nos reunimos. Siempre ha sido así. Siempre movidos por el viento. Y por causa efecto, tras sumirnos en un delicioso caos, al remontar el vuelo nos graznan cuervos. Cuervos negros, tras las lechuzas de la madrugada. La tierra permanece a la espera de las primeras lágrimas.


miércoles, 23 de septiembre de 2015

Tempus fugit Una llama llora

Las calles olían a sudor de puntas gastadas, a enjambres húmedos y 'esquisos'; La confrontazión edulcorante de una estazión caduca y otra que se erige como espectro de viejas pasiones, que sin llegar nunca a serlo; en cuanto a lo de viejas se refiere, que arrancan la sonrisa del voraz de reconquistas. De vuelta al único hogar donde reside realmente la felizidad, donde las moscas de bar, las de mantequilla y las prinzesas prometidas, a despecho del inglés, danzan como vírgenes cretenses. A la espera de reinos. Quizás también de hojas con que alimentarse. Hojas de estrella, e puntas de flecha y labios calientes con sabor a almendra. El otoño se me tatúa despazio, sus demonios tienen poca estatura ya que van recogiendo los frutos de un verano plagado de una piel muerta que mudar, erosionada por los rayos de sol y las sombras de los agujeros negros.


sábado, 5 de septiembre de 2015

Se me rompió el alma al verte ir; Al ver cómo 'como si nada' se apresurabas a aquel hostal de baldosas verdes. De baldosas verdes y blancas. Te alejaste con un llanto incipiente y una sonrisa marcada. La aventura de la vida no es tragedia que valga. Todo camino nuevo es una suma interminable de oportunidades. Pero aún así te evaporaste antes incluso de que empezara la primera lluvia del otoño. Se te muere el verano en los brazos y tú no dejas de bailar. Tus muslos y tus andares de diosa venida a menos, que no con menos vida. Te cruzaste de acera en dirección contraria y te imaginé girándote para hacer un corte de mangas o sonreír con alguna lágrima en los ojos. Cada uno vive su propio paso del tiempo. Cada uno se rompe a su manera. Y es el no poder elegir cuando cruzar la calle y arrancarte una taza de café y algún insulto o bordería, entre la flojera mitológica, lo que me hace valorar la ausencia: Tu ausencia. Tu sombra, tu interminable incapacidad de comunicarte borracha. Las noches en vela, las mañanas medio muertas, medio muerta, alargando la sombra al estirar todos los músculos del cuerpo estirándote como un león contorsionista. Siempre nos equivocamos a la hora de las despedidas. Nunca nos gustó tener que presenciar nuestra propia madurez al cambiar el 'hasta luego' por un adiós. Seco. Tan seco. Pero nos perdimos de vista como siempre hacemos, nos dimos la pauta a seguir, nos encargamos de olvidarnos de casi todo el mundo y nos dimos al olvido, que tanto nos entretiene. Besos y piel contra piel en una despedida geográfica. Ante mis ojos cada maldita parada de esa bajada a los Infiernos que fue el conocerla. Una maravillosa pérdida de vergüenza, discurso racional y vida a medias. ¡Arde súcubo de piel marchita! ¡ Arde y rehazte con una luz aún mayor! Te daría un puñetazo en el hombro como acuerdo y garantía de tu éxito futuro, pero me conformaré con escupir un poco más de humo, echarte un poco más de menos y saber a ciencia cierta que del amor germinan las plantas más bellas y más fuertes, echas jirones, entre pinchos, plagas y la lluvia. Esa lluvia que define tu estado de peor ánimo. El mejor de los míos. Te tengo dentro, tan dentro que sin ti se me caerían los pilares de un mundo del que formas parte de forma más que intrínseca. Cuesta cambiar un adiós por un hasta luego. Cuesta. Y cuesta bajo siempre se respira mejor. Corre. Adiós.


jueves, 27 de agosto de 2015

Quieto. Distante. Rígido.



Las lechuzas sólo estaban dormidas.
Su ulular desgarrador entre los gritos y el viento atrapa las últimas horas de noche cerrada. Antes del amanecer, casi en paralelo. Ojos como lagos vírgenes donde el amarillo predomina. Apostadas sobre el cable telefónico, uno de buen grosor que soporte el peso, se dedican a gritar desgarradoramente hacia mi ventana. Existe la posibilidad de que no me persigan, de que sea una víctima aleatoria, casual; Es posible que mi corazón tenga demasiado miedo a esa pausa desacelerada durante el sueño. Pero también es posible, dentro de lo que cabe, que esas lechuzas simbolizan la regresión de los fantasmas al interior de uno mismo. Una prueba del sino para recordarte lo vivo que estás y por lo mucho que luchas. Y una amenaza, no alargar demasiado la mano dentro de la boca del lobo, no hacer acopio de locura y declararse insolvente ante Dios. Una insolvencia metafórica. Disolvente.

Ululan almas rotas desde atras de la ventana.
Las paredes agotan el eco sin demasiada prisa.
El corazón se me acelera, se me acelera, se me acelera.
Me quedo impropio. Quieto, distante, rígido.
El miedo. ¡Eso es el miedo!

El miedo a estar presente ante la muerte de uno mismo.
Una muerte prevista y añorada.
Muerte de dulces manos
y
labios
sabor a tierra.

La rapaz vigilia permanece intacta, sin un solo bostezo, sin ánimo de luto. Responden las horas al peso de la congoja. Que por dentro se sonroja con las arterias llenas de viejos recuerdos de gloria. Lechuzas representando la vacuidad del impulso, el sostenimiento del error humano como pilar irrefutable; El epicentro de caos, el punto cero a la tragedia, gritos que anidan entre desnudas plumas y ojos que rielan ante el arranque de ese ardiente baluarte que es el sol de la mañana. Las lechuzas dormirán simulando no importarles lo que ocurra dando paso a ese gallo combativo que con los primeros rayos ahuyenta las sombras forzadas.


viernes, 21 de agosto de 2015

Sin noticias de Ítaca

Me preparé para darse una ducha. Echó al suelo la misma toalla marrón de siempre. Me fui quitando los zapatos, calcetines; Los pantalones, ropa interior y se quitó el amarre que le dejaba el pelo escondido en lo más alto. Abrí el grifo, titubeante como siempre, sin apenas caudal de agua. Caliente. Vapor de agua. Hierve el aire. Me meto bajo el agua, contengo la respiración. Inmerso en un mal pensamiento. ¡Agua bendita que esquilmas la lepra! ¡Agua bendita! ¡Agua bendita! Mis manos se deshacen, mi piel se contrae, se funde, se quema... Nada mejor que agua hirviendo para arrancar las costras de ese amor húmedo, residual en las paredes que antaño ofrecieron el sudor por las baldosas. El corazón bombea despacio. Abro el grifo muy despacio. Muy despacio. Ahora está helada, meto la cabeza bajo el chorro y muero. Muero en un suspiro, eternamente, congelado en ideas dispersas, renovado y extasiado. Aparto de nuevo el grifo frío. Y vuelvo a quemarme. Repito la acción un puñado de veces, me echo gel sobre el cuerpo, me froto con las manos arrugadas y suspiro. Suspiro por los fantasmas que deambulan y te zarandean cuando se aburren. Suspiro por recordar. Por recordar las contracciones del amor. Suspiro para vivir. El espejo se empaña. Sus suspiros son míos. Con una mano me paso el pelo hacia detrás, para reconducir la situación de anarquía. Muevo la cabeza. Me asienten los pandemonios de la dicha suscitada; Que no lograda. Cierro el agua. Lagos quedaron secos tras mi muerte en vida. Lagos de lágrimas que no merecen ser tenidas en cuenta y se secan antes de salir a flote. La corriente sanguínea se acelera al verse como corriente prioritaria y respiro bien hondo. Me seco. Una vez seco, me siento, enciendo un cigarrillo , sirvo una cerveza y me quedo mirando por la ventana. Miro fuera como si estuviera lo que busco. La sombra prometida al descanso del sol aparece mientras nadie la esperaba. Se hace de noche. Me diluyo en la idea de la reencarnación metafórica. De vivir por encima de la congoja y las agallas fallidas, Sonrío porque no es fácil estrellarse y conservar los dientes y la lengua. El tiempo pasa. Muchos lo dejan seguir, lo dejan pasar, entonan un canto de sometimiento al karma y pierden la garganta. Antes siquiera de empezar a gritar. Me esforcé por clavar la vista en uno de los gatos que mantenían el polvo del patio como mero 'atrezzo' e imaginé que Saturno hacía acto de presencia, con lágrimas en los ojos, el hambre de una fiera y el corazón acelerado. Caen cascadas por entre mis hombros de agua acumulada en las alturas. Agito la cabeza, mojando los cristales. Grito casi sin hacerlo en el éxtasis del herido de muerte, mientras echan raíces en mi pecho los limoneros de Boabdil; Y su ácido amargo deja leer mensajes secretos ocultos en páginas aún en blanco. Y pecas.

domingo, 16 de agosto de 2015

Rebosa la llegada de plata

Fumo. Fumo demasiado. Me consumo antes de tiempo. No vivo ya para el drama, ni siquiera me recuesto a sus pies en las noches frías. Ahora simplemente me sostengo en no hacer nada y me dejo llevar. Entre una humareda victoriana y una tos incipiente, seca y áspera. Fumo porque no sé hacer otra cosa. Me sumerjo, me desoigo y no escatimo en saliva. Fumo porque tengo miedo, y fumo por la victoria. Suenan cascos de batalla de fondo. No soy nadie, he huido en diversas direcciones y mis manos están con marcas profundas de cortes de desgarrarme la piel de tanto enredarme en la sombra. Fumo porque al menos así agarro y muerdo una boca ajena... 

(Garganta a dentro), (Garganta adentro).

...y unos labios...

 (Garganta fuera) (Garganta ardiendo)

Fumo, esquilmo mis arterias con la saña del que no controla el vicio, y no vicio mi visión. Pues siempre veo. Pero no oigo, como habiendo perdido los tímpanos en una explosión muy lejana. En alguna batalla o amotinamiento. Ya no escucho como late un corazón acelerado por la pasión, ni el pánico, de ataque mortal. Ya no puedo resumir mi corazonada a evitar equivocarme. Cargo de tabaco negro de vainilla la pipa, aseguro con una mirada rápida que mis zapatos están atados, inspiro con fuerza y dejo que el alma condensada de todos los sueños errantes lo abarque absolutamente todo. Fumo, mientras espero que llueva y así el vaho y el humo se alíen contra el frío de la calle. Aspiro, jalo, imprimo un cupón de descuento al infierno en mis pulmones; Hago reposo de mitologías obsoletas, pierdo la conjura de los necios, calzo un 42 o 43 y siempre que puedo me pierdo. Piso el barro, los charcos, lanzo cerillas ennegrecidas dentro de las alcantarillas y cada vez que me cerca un mal pensamiento aguanto la respiración y aprieto los puños. Aprieto el corazón contra el suelo.

jueves, 30 de julio de 2015

Obey, babe

Times are changing
that I know it
Spiders and mosquitos
Get out of my body!
Green is lovely
I love the weather
Looking for the sunshine, forever

Spring spring spring
4x Spring is over

I smell the flowers everywhere
I see the beauty turning back my neck
Short trouser, t-shirts and hair
Spring is comming, The winter is dead

Obey obey obey obey
the no control
obey obey obey obey
one more time
Obey obey obey the bees and flies
This is the spring, bitch, and I like

I'll made for all a magic trick
and today it's no Halloween
but i bring my pupking bag
the only reason is that i'm so mad

Rest rest rest rest
Rest in peace

Rest rest rest rest
Rest in peace, bae

Rest rest rest rest
Rest in peace

Rest rest rest rest
Rest in peace, babe

Winter is cold, i wanna hot
Now I prefer shadows and holes
Fuck hell's downs every morning
In the battles I'll get the glory

Fight bite death in bloody valley
fight kiss fight i'll be the law
Rock scream loud voice I'm so tired

September comes, fallen in love


Órdago de rosa y espada

Caída en grazia la cúpula zeleste...

Late en mí Nerón, en plena gracia de esa emoción que es el tiempo. Con los ojos rasgados de respirar con la boca seca, en tierra! En propias fronteras! Donde el cuerpo residual del orgasmo cae desplomado cansado. Te me quedas oyendo con la voz entrecortada. El silencio se cotiza a precio del oro. Oro azabache, negro derroche. Languidez de un alma que se deja llevar, que se vacía de congoja. La efímera. Rastas que golpean con sus sombras la pared blanca. Es piel, agujeros negros y elixir. Una película inamovible de libertad que se desprende del ruido; De los truenos y golpes de ira de una suerte siempre en vísperas de darse a la fuga. Pero reposa ahora la madrugada, como habitúa y su sucesión de estrellas es una constante metáfora de como confluye la muerte entre la vida más virginal. El mundo se de-construye en fragmentos de espacios llenos de polvo. Podría quedarme hecho jirones. Polvo al polvo, pero ella respira profundo con la luz iluminando un ala de tinta poco curvada tatuada a ras de gemelo. “Ya me lo cambiaré”, se repite sonriendo. Es libre y vendaval como aire de amanecer que se desprende del ambiente. Una nebulosa de conato de nuevo día apareciendo... Si paso las manos por sus muslos me quedo inmerso, como con una bocanada de marea brava hasta los topes. Quizás deba dejarme llevar y contestar los aún dormidos cantos de pájaros y gallos. Mientras el erizo enroscado en su propia luminiscencia sigue en pleno viaje hacia los confines del sueño, y su aliento de dragón denota paz. Bandera blanca, sábanas sin fauna beligerante. Mute a la musa. Ya arderá Babilonia de nuevo mañana.

¡¡Al amanezer!!


Las copas de los árboles se hacen de sol. Se filtra el calor creciente entre las hojas, las paredes manchadas de ruina y la ventana abierta. Su brisa en nuevo acorde deja arrastrar un olor a café caliente y dientes blancos cerradas en fase R.E.M. No es tarde, nunca suele serlo cuando se duerme cerca mía. Es demasiado pronto para aventurarse a pensar en nada, tan sólo. Mejor seguir durmiendo...

Cansadas almas devoradas por Saturno

Nezios, que os creéis que tenéis un poder enorme en vuestras manos. Necios y poco formados de la cabeza. ¿Acaso no os dais cuenta de que cuando algo no es abarcable nunca consigue ahogarte en una sensación real, incontestable? Dais por hecho que el amor se vende por piezas, a trozo pesado, filtrado, descontaminado a través de la caza regurgitada de ansias, el hambre como motor; la osadía, la desvergüenza y la ironía como amantes de las que presumir. Siempre por escrito. Una vez dos pares de ojos se enfrentan al abismo de la presencia, todos tiemblan, todos lloran como recién paridos y acaban escupiendo 'borderías', bravuconadas y verborrea, barata a trompicones, que no convencen ni a sí mismos. Pero no juzgo, señalo con el dedo a todos aquellos cobardes que olvidaron una lucha honorable hacia la verde inmensidad del amor en pos de henchir su propia sombra, olvidarse del romanticismo y la calidez y optar por pedir el menú gigante, sólo para gigantes. Igual que comprar condones XXL que guardar en la mesita de noche, esperando que Satanás te alargue el rabo o te ceda el suyo propio. Nunca fue tan complicado re-aprender a amar, conquistar las buenas maneras y no asediar con retórica de mercadillo al corazón que late. Evitando así la 'descorazonarizazión' del alma humana. Evitando así que la fe en el amor nunca muera, aunque a veces uno deba masturbarse, correr desnudo por la playa más virgen jamás hallada o empaparse en gasolina para sentir calor. Tantos amantes en la historia, tantas cagadas repetidas por inercia y tantas heridas reabiertas para que en los albores del avance toda esa estrategia y todos esos Carlomagnos y generales Crassos se resuman a un movimiento brusco y epiléptico de pulgares oponibles. Derecha. Me gusta. Izquierda. No me gusta. Ahora sí, ahora no. Ahora deambulo y ahora me siento rey sobre la colina más alta... Con lo bonito que era perseguir hasta el jodido Infierno a Eurídice para acabar perdiéndola. Tantas Eurídices perdidas. Tantos reinos en llamas. Todo naze y muere en una mirada, y ahí donde muchos ven riesgo y padezimiento continuo, otros, clásicos y anticuados, sentimos el maldito corazón delator recordándonos lo vivo que estamos, lo mucho que hay que apretar los dientes y el efecto dilatador del conformismo y la resignación a la hora de la verdad. Demasiados Cyranos con cara de asco, con demasiado miedo a acabar llenos de cristales y cicatrizes, y demasiadas amazonas retraídas en su lucha libertaria, ensimismadas en un efecto boomerang, políticamente hablando. De más. Y a dominar el mundo se ha dicho, adoptando nuevas costumbres, nuevos retos y nuevos hechizos...

jueves, 4 de junio de 2015

La niña de la balada

Si ni siquiera me quieres
como para dejar de odiarme
y no hay ya claros ni oscuras
todo recuerdo ya es en balde.

Si en las instancias últimas
en ciernes de discrepancia
si acaso siquiera el verano
a calentarme se lanza.

Otorgo a la marejada,
más vieja y cansada
que antaño, en aire suficiente
para apoyarme en mi salto.
Hacia la azul inmensidad,
que se esconde en las cascadas
de ese sorbo a rubia,
espuma, embrión de sueño,
sinpalabras...

Y sis amarte cuesta tanto,
algo más con cada día,
al menos mientras te pienso
no me invade la desidia.
Aún sin tener Abisinia.
Aún sabiendo que por ti
me embarcaría bien raudo
por entre tus grandes paletas,
tus pilares hechos muslos,
los orgasmos dela vida
entre más cálido impulso...

Pero sé que ya no te importa
y que ya no te soy nada.
Lástima que sin tu abrigo
conociendo que te apartas
cuando algo aún te pica
muy dentro en tus entrañas,
se me pierda la emoción,
la ilusión, la fe que cabalga.
Más cuando sé con certeza
sin desequilibrar la balanza
que no es nada lo que temo,
sino amor lo que me mata...

lunes, 11 de mayo de 2015

Cercando maravillas

Tras recurrir
al acoso y derribo
de quien se juega la vida
y no encontrar viento a favor,
recompensa, ni la Tierra Prometida.

Tras empaparme en el maná, sumergirme en la acequia de Dios, ejercer la convulsión de la lengua materna en el mayor espectáculo pagano... Tras esquivar los demonios y una huida prematura, aguantar la vorágine de una voz que no calle, que no calla, que siquiera se pronuncia; me alargué en el tiempo, me dejé llevar y me encontré. Me encontré con demasiado ropa, con demasiada calma. Me quedé parado, estático, con la barba chorreando como tras un gran aguazero, tormenta o el maldito Diluvio Universal. Con la barba hecha una sopa y el corazón azelerado, esperando espantar los cuervos de la soledad. Sus picos y sus mil ojos, que todo lo ven. Esperé como el que espera amanezer junto a la ventana entreabierta. Con la valentía de no perder la posizión. Tampoco me complico tanto. Me acerco, hago mi magia y me dejo llevar. Me encanta invadir tierras fértiles con las botas rezién pintadas de betún. Anclarme al lodo residual, los moretones de dientes, cansanzio y falta de sueño. Dicen por ahí que se me da de maravilla enjugarme el alma en las vaginas de cada maldita mujer que necesita autoestima. Que soy esa última lanzada que catapultó a Cristo Rey a los Zielos. Sin la cual todo el sufrimiento se hubiera alargado demasiado. Metafóricamente hablando. Muslos a vestido remangado, tus manos aferrándose a la sábana, gemidos que se catapultan solos entre mis oídos. Sigo moviéndome entre tus piernas, como buscando sentir algo, obsesionado con atravesar un orgasmo ajeno que me salve de los pecados cometidos. Quizás ante el mayor de ellos. Queda tumbada,.Corriéndose como un galgo corre tras la liebre marcada. Me quedé mirándote esperando una respuesta ingeniosa, un 'Ya te lo dije', un San Valentín tardío. Pero no era ella, era otra 'ella'. Una de tantas 'ellas'. Una de tantas copas donde ahogar las penas, las lágrimas y temblores. Todo en alegoría, en serie, repetido y reescrito. Así es estar enamorado. Comportarse como si nada, apretarse el cinturón sin miramientos y aguantar las ganas de partirle las costillas a más de uno. Todo en estado de continua embriaguez. Estás enamorado,  la conzienzia y la razón son un escudo. Un buen vikingo lucha a pecho descubierto, melena al viento y el pulso de un cirujano de guerra. Quizás exagero mi posizión. Antes de celta, guerrero, bárbaro y conquistador, debo enmarcarme como perdedor. Que pierde el aliento, la fe, el equilibrio, mesura; La correcta, la corrección, la bifurcazión adecuada. Que pierde todo por amor tras perderse en ese amor que todo encuentra. Seguiré zercando buenas maneras, alejándome del fuego y sus criaturas y ocupando mi lugar. En lo alto de las copas de los árboles, sobre la cúpula dorada de tu pelo. Me encontraré cuando amanezca con el pelo alborotado, las manos frías y olor a azeite usado. Mil infiernos hirviendo dentro de mi pecho. Renegado a no dormir para no soñarte, con tal de conseguir un remanso de pazque no huela a piel blanca, lunares tres delicias y potenzial de orgasmo.

Levanté la mirada y no vi nada. Rezién salido de las mismísimas entrañas de la madre naturaleza y aún así con el sabor de boca de quien ha perdido algo más que su estado animal. Su salvajismo enyerbado. Cerré los ojos y me tragué el orgullo, de un trago rápido sin respirar. Como habitúo.

miércoles, 29 de abril de 2015

Rapsodia del triste

Nos esforzamos
tan a menudo
como podemos
por parezer
menos frágiles
menos arrebatados
de grazia.

Y
nos encontramos
con un pie
en tierra firme
y el otro
removiendo
arenas
movedizas.


Las mismas arenas movedizas de siempre
Los mismos brillantes y granulados
pedazos de tierra. Arena en baño dorado
y olor a limones de destiempo'.
Nunca predominaron los árboles frutales.
Andaluzía es tierra de desierto
de calor
de garganta
de vórtize.

En preámbulo
a la llegada
de  nuevas lluvias,
suspiro sin fondo.

No faltan colores
en las calles
ni cuerpos
que se muevan
a destajo.
Pero
yo
como
si
nada

(Como siempre)

me quedo
con la mirada clavada
en un horizonte
que no me corresponde
esperando oir
el chaputeo
azelerado
de un corazón
amante de las lluvias.

Oir eco sordo de tu voz
Embalarme entre tus dientes.
Comerme el fríorestante.

viernes, 24 de abril de 2015

Too many

Quedaos con todos vuestros Khal Drogos. Quedaos con todos y cada uno de ellos. Yo ni siquiera me quedo. Ni expectante, ni vivo, ni sereno. Jodida lástima no tener ya más ganas de secundar ni segundas nupzias interminables, ni carizias regaladas a cuaquiera, ni siquiera el intrínseco derecho a la barba. Todo es sustituible. Algunos también lo somos. Ojala no ardiera más la bella Babilonia, con todo lo que sigue importándole al que ama robarle un beso de esos labios hinchados... De otro. Repítetelo y grita para dentro. '¡No importa!', Demasiados Khal Drogos para tan pocos dragones.

miércoles, 22 de abril de 2015

Pedazo de arcoiris

                                                          A. P.

Y entonzes ella se confesó amante de las nubes e inhaló hasta última gota de lluvia. Y se evaporó en silenzio, como habituaba, dejándose llevar, inflándose de aire y estallando en un millón de plumas de color. 

La Eneida del arcoiris
La última criatura capaz de asustar al bostezo. 

Y quedó hecha burbujas 
de pompa de jabón
 Como un diente de león 
en la primera corriente
desaparezió
  entre el aire caliente;
Blanca
y toda
hecha lunares.

sábado, 18 de abril de 2015

Controversia

Dear Arrap:

La Abisinia del Lombardo, la inerte súbita incoherencia. Renuncio a lo dicho, me presento y me acuesto tanto como tan pronto puedo. Dato de una fecha imprezisa la mala suerte de no tomar nada en la valía correspondiente. Ardor de dentro, dentro de mi propio adentro. Cojo el relevo al sol, ya, justo ahora, casi antes de que comenzase la frase, y me adentro en las tinieblas de la mente. Campo de cultivo. Arte, desastre con patas con curvas blancas, pecas y grietas y sangre en la ropa. Demasiado poco de alabastro como tratarsela de diosa, de simple escultura al gusto. Se contonea con los ojos de color imprezio, se sienta, pone la maquinaria alemana de sus manos a encorsetar malas artes y se destruye a sí misma a base de la sumisión al caos. Uno bien bonito, bien brillante donde uno jugarse la vida y así sintiendo que la vida mereze demasiado la pena para perderla por nada, abre la boca y se queda sin saliva. Tan fázil, coger con poco, sin ganas de tener demasiado y encontrar la dirección adecuada.


jueves, 16 de abril de 2015

Relatos casuales I Parte

Amado Andrés

Un Andrés hecho de cartón piedra. Un Andrés para conquistarlos a todos. Pelo inzesante, fluido, en hipersexo. Rastros de poro cubierto por una inzipiente melena de león. Y en mitad de tamaña selva neolítica de áspero follaje, dos ojos rojos como un puñado de amanitas psicoactivas, muscarias. Una piel tensa en apenas tono blanco y una nariz que huele. Colgando, bigotes que cuelgan en cascada de cuernos. Andrés vive en un Infierno. Surfea el amarillo, fuma lento, vive, muere, encuentra fázil el sueño. Pensador sin dueño. Corzel silenzioso,ario aguazero, amante y amador; Conjurador de orgasmos. ''Las damas primero'', sonríe sinzero. Y pasan los días y las madrugadas entre una cabeza que es todo un mundo exterior y un corazón ahumado en espera de tormenta perfecta. ¡Barbanegra!

A

(Mar y más mar donde varar...)

Me quedé mirando tu trópico de cáncer, tu verde inmensidad, tus estiramientos de gatos, tus continuas gestas. Desperté en cada instante en que deseaba escapar del vazío temporal. Cuan dura es la espera de ese suave ronroneo, de ese diente contra diente contra cuerda a ras desuelo. Cobras fuerza. Representas con destreza la primera sangre, y sangras junto a mí en la tierra húmeda; sudorosos y hechos ceniza. Hijos del agobio sostenido, amantes sin 'viva voz' pero pasionarios. Sin rejas. Odas a un 'subconsuelo' donde se persiste en el atropello de la fe abajo en tierra firme. Un lugar esculpido por la soledad y la búsqueda del todo. Un todo nezesario. ¡Agreste! Hábitat de demonios. Enzendí la luz, alargué mis dedos y envolviéndome en el frío madrileño, en ese hueco sin carenzias de una simple habitazión okupada en el centro, mi corazón se hizo añicos conmozionado por toda aquella belleza. Volví a buscarte y ya no hubo rastro de tu olor. Ni siquiera de tu risa. Lejos me queda tu inzesante ansia de vida. Lejos me queda el centro de cada lunar iluminado por la luna que se filtra por entre los agujeros de las ventanas. Bajé los ojos, suelo hazerlo, y eché de un tirón la cortina. En tu recuerdo aún fresco estás girando el cuello en la almohada, dormida, y en tu éxtasis sin compromisos más allá de la ondonada torpe de nuestro amor, opté por traszender, embarrándome campo a través, y encadené mi despotismo al tiempo que dura un beso.


30/01/15

Antojo de isla desierta

Se atrevió con la noche, esperando el zielo claro de las primeras luzes como dudando que el sol fuese a salir. Se quedó con la boca seca de la tensión de apretar los dientes. Muerto de miedo, temblando. Detrás de una suma entremezclada de edifizios, un tono anaranjado se adueñó de la oscuridad. Sombras jugando al escondite entre las grietas de las azoteas. Y un soñador, en escasez de sueño, languideziendo como cansado, esperando el sol, como dudando de que finalmente se atreviese a salir.

Y con la voz de los que van a morircantaba:

Es amanezer
y desisto
de echarme
negras sombras
a la espalda.

Susurrando para sí, tras el canto antes zitado...

Todo.
Hasta lo ignorado
es miel de naranja.
Zielo atravesado
por su luz.
Los monstruos
como siempre
se calman.
                                          ...se fue apagando al tiempo que se posaba el nuevo día


Carlos I 'El jabato'

Tras la tercera taza de café, recalentado hasta el ostrazimo, dezidí subirme a la azotea como para tomar el aire. Carlos IpanemaValencia se levantó de la nube de humo denso y el olor a café no tan rezién hecho. Crujo los dedos, luego el cuello y me quedo estático mirando amanezer en las calles a través de la ventana. ''Será un gran día'', se dijeron al unísono levantando la mirada con talante de héroes. Héroes en día No laboral.


Ángel 

(28 - 03 - 15)

Ángel se quitó la vida. Dio una vuelta de tuerca más a la madurez aprendida y volvió al campo de batalla. Más viejo, más cicatrizado, fuera de la ética de pueblo en la expectativa del que vive enamorado. Sudor y sangre. Las lágrimas son para los que mueren sentados. Ángel se quitó la vida con sus propias manos hasta que notó como expiraba su propia sombra. Nunca le gustó temer a nada ni a nadie, ni tener a nadie apostado a su espalda. Como un Will Bill Hickock sin revolver ni mano de hombre muerto, en la calma previa al combate del que vive acorralado, al margen de todos, en silenzio. Entre la desidia del perderse y la luz que brilla al final del túnel. Atrapado y al acecho de la suerte, a bocanadas, guardando las distanzias, crudo, firme, sereno... Con las ideas encalladas y las manos claras de retorzerlas entorno al cuello de aves de paso. Siempre de paso, ¡Crudo y firme! Ante el cadalso, en retrozeso forzado. Marcado a ambos lados de la cara. Contrariado por la situazión de tener que encontrar el lugar señalado, viviendo al día, día a día, en base a una cultura herenzia de casta esclava y olor a tierra mojada.

CURRO

(28-03-15)

Sí, ahí estaba él y su nariz. Peculiar. Garganta de tinaja sumergida en aguardiente. Fingido alarido al paso desazentuado del tiempo. Pero propio, eso sí, íntegro. Corazón bajo escasa carne y huesos afilados y pellejo de cota de malla. Alcanzó su cúspide en la agreste Salamanca, sus amores de anécdota, su olor a hombre que suda; Él, Curro, no desaparezió del mundo antes y no tiene intenzión de hazerlo ahora. Sueña, idea, presta atenzión, devana, guioniza y contempla en sacrificar su fe en la humanidad por una oportunidad. Hombre de metas y objetivos. Poco formal, autómata, puntual; Hermosa criatura 'todotomática'. Násica metáfora amante del bien. Detractor del beberzio y la algarabía. ¡Y la deshonra! Un hombre de prinzipios, errante y pendenziero; Un caballero del Santo Grial tallado en torno a una nuez inconmensurable hecha de mármol y torta inglesa.


D. L.

30-01-15

Restos de la cena sobre el mantel improvisado de la mesa. Migas de pan esparzidas en constelazión irregular sobre las baldosas del suelo. Arte y hambre en dispersión. Un tipo encorvado, de pupila concreta, sentado frente a la pantalla de television, nervio a flor de piel y aliento de dragón. A cada bocanada de humo. Chocan y resuenan las ventanas de madera que separan el balcón del salón y el vaho se apodera de todo. Amaneze tan pronto como a menudo mientras un frío glazial se pega a los intransitables pasillos de ese piso, hábitat conjunto. ¡Vamos fantasmas, lanzárseme al cuello! Aún hay margen de maniobra entre los primeros rayos de luz y el último bostezo.



C. V. M

26-03-15

"No es gratificante el no afanarse" pensó Carlos con las piernas apoyadas sobre una silla verde y el cuerpo en pronta impronta primaveral. Un sofá con flores rojas, azules y loros y guacamayos en diversa variedad cromática. Todo un arcoiris. Su visión turbia de cristal, su montura de confianza a la divisa del halcón y una espalda siempre cargada por el malefizio de lo incongruente. Cívico. Él es cívico y se lo repite a sí mismo. Malacostumbrado a desacreditarse ante el descrédito y su documentazón. Sonríe y aprieta los puños. Con su voz de falso eco y sus patillas burguesas se debate entre arrojarse de valor y perder la cabeza, o enfrentarse a ese árido abismo del 'atarse'. Seamos sinzeros. Él está vivo y lo sabe. Su argolla tintinea. Humo y niebla a través de la comisura de su boca. Pelo. Pico. Pata. Cuernos de jabalí. Revela el dinero. Releva con sus ideas términos obsoletos y maniqueos y cualquier estigma de clase. Grindea la lluvia, se amarra el olor a guiso a los pulmones y camina y ¡Vuela! por el Bello 'Porto Bello', desnudo de miedos y ropas.


Carlos E. Ayala

Niño cabeza zanahoria
Corre solo
y se extiende
entre polvos
de color.

Sabe-lo-mucho sin miedo.
Come crudo.
Se abalanza al amanezer
de una cama
a otra.

Voz de pito de varón
Come y calla
cuando come.
Se viste de viejo
y se agita
como le ocurriera
a Rimbaud.

Saltamontes sin cuna.
Golondrina aria.
Come, bebe, inhala.
Preziosa Jirafa moteada.


C. V. M

Rostro de caverna.
Nidos de pelo fazial.
Homo Sapiens de
nariz minúscula
bajo la cual
emerge una boca.

Congoja
¡Salve a tierra!
Papilas gustativas
hechas zocos
del sabor.

Corazón y dientes
de jabato. Bueno,
Bonito y Barato.
Graves los pasos
del infame marrano
que a fuerza de infarto
arrastra el culo y el rabo
por el fango y la mierda
del levantarse temprano.



sábado, 4 de abril de 2015

Te me quedaste muda

Te me quedaste mirando muda. 

Ni en tus ojos había primavera posible, más tras la puesta de largo del día, ni en tu boca un brillo como antaño. 

Ambos tumbados en la cama, con los dientes apretados, como el que aguanta la respirazión. 
                                                        
 Nada resulta igual, supongo. 
                                                 Ni tu pelo, ni tus manos. 

Nada puedo añadir ni de tus pecas ni tus curvas peligrosas. 

Tu maldita gruta de las maravillas bajo las malditas sábanas blancas.

Todo mi templo en tu carne y yo tan lejos del acecho de la vida.

miércoles, 18 de febrero de 2015

Barcelona: Clamorosa consecuezia

Parte Segunda


Sangre criolla. Casi me acuerdo de tu cuerpo, de tus largas avenidas; Esas que desde casi siempre demarcan el paso acelerado del tiempo. Estatuas de conquistadores en las alturas, dicen que a la vista de todos, aunque quizás demasiado hacia lo alto. Tanto que ya nadie se acerca a levantar la vista. Hay demasiado color en las fachadas, los balcones y las calles estrechas. Opté por darme de lado, por arrancarme a beber en tragos lentos, en plazas de diamante, donde se esconden los que saben que demasiado a menudo el ansia de público deja la intimidad a flor de piel. Trago a trago, a bocanadas lentas de humo, sin mechero... Obligándome a la épica de congeniar con el prójimo, culpable. Aún cuando este articula en otra lengua sus desvives. Y vencí como el que lucha, con la boca llena de palabras. Me escondí, y resurgí mirando a todos lados. 

Ciudad que se viste de noche incluso cuando ya es de día. Donde no hay horas muertas, donde no hay más miedo, que el propio miedo acumulado. Barrios de alta gama con argamasa de lodo, y corazones jóvenes, hartos de trabajar por una miseria, en propina de mísero tiempo libre. Y ahí van, con la cabeza alta, sabiendo todos ellos, cada uno de los habitantes de esa comarca atemporal, que el tiempo pasa. Y no hay suficiente vino para todas las gargantas, deshidratadas de estos norteños rumiantes de sueños, ni suficiente silencio a la hora de exponer, conciliar o celebrar algo. Se respira con la boca abierta, y no me contradigo cuando digo que todo es de color, que la tortilla sale más amarilla, que el frío no quiebra, sino estalla como un baño de agua templada. No tengo memoria. No demasiada. Intento quedarme con pedazos de lo vivido. Hoy, tiempo al tiempo, todos queremos poder saber lo que hemos aprendido, viajar como hasta las estrellas y poder contarlo. Nos regimos por la lógica de la culpabilidad. Se nos rompe el alma si no podemos emborracharnos y rompernos la camisa al salir del 'tajo', a la hora de hallar un atajo con que alardear de buena vida. De felices años '50 va la cosa, de una vuelta a la experiencia, al acto inerte del congreso, ojo al ojo, mano que se tiende a la mano, con vecinos de pinza de piedra atada al suelo en las traviesas travesías, que aviesas, atraviesan las calles, para darle columna vertebral a estos barrios uniformes. Y eso me cautiva. Lo pináculos de punta de flecha, los 'punxes', el oficio del arte desacralizado. Se desenmascaran las artes superfluas, las rastas y los ojos pintados se quedan en mero artificio, y la ciudad juega a ser libre en una propia independencia. Se superpone la fe conjunta en alcanzar una meta, que 'el hombre devora a hombre', 'lobo contra lobo', capitalistas y muertos de hambre por vicio. Aunque también los habrá, el humano no defrauda. Aunque a veces merece la pena pararse y toser sin miedo a caerte de espaldas. Sensaciones, sólo me atengo a ellas, todo lo demás seria utilizar la masa gris. Y ahí no podría ser objetivo. ¡Barcelona, puta de piernas largas que camina con viento de levante! Y digo puta, como estampa, como sordo de café, como corazón que siempre sangra. Eres una diosa de pies delgados y muslos prietos. Y hueles de las mil maravillas, con tu perfume de 'somos diferentes', y tu sabor a carne cruda. Carne de vírgenes cretenses, de sudor y lágrimas ante el amor perdido. No se te escapan los héroes ni las metáforas. Es la herencia del exotismo de tu tierra, de lo que se espera y encuentra. Sabes mentir tus agujeros, y esconder los que atrapan como un cepo el ansia de vida del torpe; Quien cae y rueda por tus ramblas sin terminar de perder el aliento. Escupo junto a la acera, bajo la metálica escalera, dejo paso a mi izquierda, a mi derecha corren presos, los que ofertan su viaje por los raíles del metro, con la prisa programada y el acierto y el dinero, de atraverse a convivir con tu suelo escamado, con tus interminables museos, tu lluvia cuando le toca, tu nieve, tu Tibidabo, tu ascensión... Muchos trinan por gritar ante el agobio del trauma de estar en el sitio señalado sin poder retenerlo entre los dedos. Y aún así no es un lugar de paso, es un nido de buitres, que a punto de extinguirse alzan las alas en estampida de calor. Porque es eso lo que siento. Un calor fortuito, que me coge desprevenido, que me deja seco y sin saliva; que enreda mi pelo. Y entre todo su silueta, esquiva a cada esquina, y sus demonios errantes. No es tierra de inocentes, la sangre corrió, su barrio judío y su gótico se tambalean entre la fama y el turismo. La venta de cabelleras no ha hecho más que comenzar. Cruzadas por protegerse del olor a nuevo, cruzadas opuestas de manadas de almas deseosas de arrancarle parte de su alma, frente a ellos. Batalla campal. Y bajo la cal de los cadáveres y el azúcar del primer sorbo de Colombia matutino, germinan los ojos llenos de legañas de estos barceloneses hartos de vino, de pan con tomate, y rebujinas inconexas de alcohol y finas hierbas. Toma el hígado su pastilla del día después cada madrugada. Resina dialéctica, angina diafana de pecho; Salmón y avena, ¡Diantres, no estoy muerto! Una diana en mi pecho, de pechos tungentes y voz acentuada, donde recibir los dardos de hierro y fe que envalentonan la parte intransigente de mi calma. Tan fácil añorarte.

Barcelona (I Parte)

Fuera del avión olía a grandeza. Un lugar demasiado grande para tomárselo a la ligera y quitarle importancia. La vista de Barcelona formaba burbujas de visión que se extendían y expandían por encima de los tejados y los edificios. Barrios y más barrios unidos a corazón y azulejo, en una maniática capacidad por conservar lo suyo pase lo que pase, a expensas de una libertad que desamortiza a veces su verdadero valor. Todo radicalismo asevera una falta concienzuda de fe. Pero esta vez las voces y los rumores quedaron en humo. La mitología y antecedentes a la causa de esta capital sin reino eran demasiado grandes. Ni siquiera una mala publicidad podría arrancarle las alas a esos pequeños San Jorges armados y en posición de choque, alentados por la gloria y el aliento de dragón. Baluartes medievales de un modernismo en conserva. Cada calle, cada gárgola, cada plaza, cada iglesia... Barcelona es puro orgasmo a los ojos del que sueña, y eso sentí al desembarcar y oír sus cantos de sirena. Me atreví a inmiscuirme en su cuerpo, a bajar a sus raíles e infiernos, y encontré un cálido agujero donde resguardarme de la inclemencia del tiempo. Grazia frente a mí, bajo mis pies, con su olor a ecológico y calmado. Calles de piedra zurzida, tatuadas en contemporáneo, con bancos, tiendas, fruterías, altos hornos de la dicha en el sorbo de encarecidas cervezas. Pero llegado el momento no importaba demasiado. Llegaba a la torre señalada, princesa a rescatar con melena al viento y un barril entero de buenas intenciones. “Más te valdría que fuesen manzanas”, pensaba John Long Silver, al verme abrir tanto la boca para sonreír sin motivo. Y aún así me lanzé al foso de los cocodrilos. Recorrí cada jodida calle de su esqueleto imperial sin sentimiento de cansancio, sin hartazgo ni necesidad de parada. Me envolví los ojos en la historia y los destellos de gloria, me encaminaron al paredón de la lógico y aprendí. Como hacía tiempo que no hacía. Un Quijote hecho de astillas, mordiendo el polvo de los cascos de su caballo, limando las asperezas de sus herraduras. Sancho Panza, en cuerpo escuálido y definido sosteniendo sobre sus hombros las palabras que yo iba sacando por mi garganta. Dos frente a un destino árido, sólo dos hechos uno, a pesar del cambio climático. Idas y venidas sin límite, hasta volver al castillo. San Antoni entre llamas dio la bienvenida al cuerpo de expedición, sus miradas eran hasta conocidas, prestada la debida atención. Armaduras a los pies del sofá, sábanas a revolver por el camino, y un sol que se nutría de cada una de sus sombras. Así me quedé, a solas, esperando el fin del mundo mientras el tiempo se pausaba en su atracción al vazío. Timbre, abren, cojo aire; Pasos, cerca, huele a nuevo. Rizos, blanco, pecas y más pecas... Labios cosidos a labios, bajo un chaparrón de diente y saliva. Manos, que cogen manos, que sienten curvas, que abrazan torsos, ropa que llueve hazia el suelo, muslos que aguantan lenguas, cortas y largas uñas, vientre planos y agujeros. Mastico como masticas, siento sin ánimo de zielo, me rijo por la lógica del fénix, muero y renazco en tu cuerpo. Leones atragantados y hechos hienas, sonriendo al destiempo del instante. Tan rápido como llegó el otoño, y todas sus hojas cubrieron la madera del suelo, llegó el invierno frío y portentoso y se llevó el calor, las llamas fatuas, y hasta alguno de sus dragones. Me rindo a la ciudad, desde las alturas, medio desnudo, pensativo, apretando la dentadura... Me sumerjo en mí para encontrarme y no puedo más que sonreír. Avenidas, moda en ciernes, multitudes de amarillos; lenguas propias y extranjeras conectadas a un halo de sabor. Me quito la vida en ti, Barcelona, me quedo mudo como cuando amaba, respetando esa situación disconforme de permitir que transcurran los días con una hora de vuelta. Ninguna guerra se ganó a contratiempo, de forma acelerada. Ningún orgasmo tampoco. Ni debieran dejarse para luego. Cansado, como siempre, con un techo donde urdir mis maldades, desheredado de una tierra prometida; De su cobrizo rizo, de sus batallas ansiadas, me dejé llevar por el fuego de una urbe desamurallada. Me dejé llevar, poco a poco, ronco en nada, y conseguí ver que es quizás el acto de valía para matar a la fiera lo único importante. Ni dragón ni quien 'a prenda' a tocarme por la espalda, ni vestigios de esperanzas, contenciosas y esperadas. Soy yo por los mares de Grazia, por sus templos y sus vidas, en sus noches en familia, en sus noches hondas y frías. A balcón por la mañana, café sólo, con azúcar, y esperar que suenen fuerte las campanas. Catedrales, barrios altos, policías en despliegue incierto, sensación a limpia calle, sensaciones de contento. Todo se abre ante mí, se fraguan ideas, hasta sueños, aún sin el cáliz de Cristo y su santa sangre. Seré más perezedero, más carne cruda. No me siento en despliegue de demonios, ni en malas artes, mala calma. Hoy por hoy es demasiado pronto para casi todo, y aún así el sol sale como siempre. No haya quejas.

martes, 10 de febrero de 2015

Vuelta a la Estigia

Vuelvo cada vez más viejo
cada vez más fino,
no con más corazón
pero sí con sal y espino.

"Cruzado, Nazareno
Satán", declino`.
Me integro dentro
de mí mismo,
de mis propios intestinos
y aunque se me aparte a los postres
mi cadáver huele a vino.

Soy el profeta elegido
en la tierra de la hierbabuena
y el más elegante desatino

lunes, 26 de enero de 2015

Falta de fe

Detectar la falta de fe correspondiente a la falta de fe correspondiente es algo complicado. Tanto que si de verdad me viera en la situazión de recuperar mi propia fe, tras haberla perdido, tendría más fázil atravesar el Jardín de las Hespérides, matar al león de Nemea o arrancarle el furgón al 'Dioni' de las manos, que lograrlo. La fe es la ausenzia de vazío, su anónima aportazión a la causa del humano nos demora de ¡acertar con mayor frecuencia en lo correcto. Apostamos todo a nuestra fe. Si la perdemos por 'contrapaportazión' nos quedamos llenos. Con demasiada luz a nuestras espaldas, cegados por la ira, la vergüenza y la desolazión de no ver nada claro. 

¿Quién desea tamaño honor condizionante de ceguera, ocultarse a propia vista de todo lo que le rodea, perder el sentido recto del puño bien cerrado. Seríamos claro de luna llena, una onda que rebota en las fronteras de un 'pero'? 

¡Cataclismos! Cataclismos, henchidos y severos. Seríamos inundazión por verborrea, aire en demasía, exceso de retórica, palomas vagabundas infectadas tras la lluvia. Seríamos la aceptazión desinteresada de un te quiero. Aunque quizás es esa misma falta de amor la que nos nubla la fe. Y tantos ciegos por el mundo mientras tanto, creyéndose perdidos, sin fe, cuando sólo tenían el corazón roto. Cuanto pasión e intensidad. Cuanto mar bravo por dentro. Faltándose cada uno de ellos a la energía, al glamour de la vida amparados en la tristeza, y su taciturna penumbra. Faltando el respeto a la fe, que permaneze muda, como esperando un beso. Un mundo plagado de leones marinos, rugiendo al reflejo de un pedazo de carne, anclados a su continuo aleteo, presos de la excitazión del hambre.