sábado, 2 de octubre de 2010

Vampiros y pasta de dientes...

Esta será mi última vez,
me repites como siempre.
No volverás a susurrarme al oído.
Dejarás de ser ese ángel de ojos claros.

Será mi última vez,
me cuesta sentir.
Siento que me cuest.
No me importa absolutamente nada,
lo juro por mis muertos,
tragarme los aires calientes del mal mundo...

Es tu última vez,
por lo que parece.
Ojalá no me hubieras conocido nunca,
ojalá estuvieran mis ojos bajo tierra,
percibo desde tu lengua...
Ser o no haber sido nunca,
por  última vez,
dices que amas, y no podrás dejar de hacerlo.
Dices que amas,
y te me llevas dos taciturnas lágrimas
cansadas de llorarse por dentro.


Será nuestra última vez,
me parece todo tan repetitivo.
Solo y cansado.
No me siento los labios.
Hasta aqui llegó todo,
ni habrá futuras batallas.
Queda un ''No'' en negro...
Olvidar y desexistir
lo que tanto existió por dentro.
Ya no importa.
No existo
No persisto.
Mi voz se recupera al amanecer.
Creo en el caelio...
por Dios que lucho por él...
y no dejaré de hacerlo.
Sólo que hoy, mis sábanas
no cubren mi garganta
y vuelvo a tener pesadillas...

jueves, 30 de septiembre de 2010

Amortajado al amanecer

Roto,
muy roto por dentro.
Pero sonriente
como marinero
sin navío
en primer día de comunión.

Roto,
en cuanto a una voz
que huye del cuerpo
antes de ser pronunciada.

Levantarme tosiendo,
goteando por todas partes
un maltrecho aliento
de canario de mina enjaulado.

No puedo cantar.
Besarte, ¿Merece la pena
si no puedo susurraros al oído?
Creo que sí. Habrá que luchar,
cuando me quede una cuarta de pulmón
y unas manos que froten mi cara.

Hace un frío de mil demonios
glaciares tatuados a mi laringe.
Pero no importa.
Mi licencia poética hacia la tuberculosis
me deja sin voz.
Me he lñevantado demasiado temprano
pero grazias a ello
os he olido amanecer...

Me gusta salir al paso,
con los puños bien cerrados
aunque me caigo al respirar.
¡Vietnam me espera!
en las madreselvas de tu piel...

lunes, 27 de septiembre de 2010

Lo que se me escapa de las babas...

Dos salidas a la lluvia.
Salto al vacío desde mi ventana,
y mis pies mojados
caen entre las ramas,
de un telar, de jazmines,
afianzado bajo el alféizar.

Amoratada lengua
que recita que no tiene frío,
y que aguantará la calidez.
¿Ves donde me llevas?
Es un lugar hermoso...

Monstruo,
que alérgico a los ajos,
queda frente a mí.
Quizás enamorado de las cebollas
en una danza incestuosa
sin suficiente marfil
para empezar a correr
o provocar que llueva de nuevo...

Bajo labios,
mínimos desde la distancia.
Con una mano abierta,
 y otra que me acaricia,
como un ángel malnacido,
una de mis mejillas...

Luchando...
tras haber logrado huir,
de lo mísero de la miseria,
sigo en pie de lágrimas
con el corazón entre los dedos.
Y cierro los ojos,
me defiendo como lo haría el aire
inhalando el aroma, a latidos,
con la boca abierta...
amoratando mis labios...
con los labios...
y los labios...

No quiero fallarte,
pondré mi carne en el asador,
y limaré mis huesos.
Necesito tiempo para saber,
ha sido una época extraña.
No sé cómo tomarme el amor,
ni las nubes negras.

Deseo sentir tu voz,
ella siempre tan ella,
monstruo y reina,
epitafio a la buena ofrenda.
Yo opté por mi sobriedad,
y me he quedado hilando tus ojos.
Sonrisa de anginas..


Divivido por dentro,
órganos y pulmones, gemelos,
busco un ápice de fuerza,
y en ti, siempre la encuentro.