viernes, 10 de octubre de 2014

Pasa un día bonito

Catastrófica locura. Imperante. Sombra de brazos escuálidos, blancos, mazerados en oro. Cáspita repentina, todo fluye. Se eleva sobre sus dedos, casi rozando la arteria misma del zielo. Cortando por lo sano con las nubes que impiden el paso del sol. Amaneze. ¿Sigue siendo poco?
 Insufiziente motivo?...
Repito.
             Sólo
                        repentino.

Desarticulo la inmovilidad, la ausenzia de sueño, la escasez de hambre. Retomo las bridas del tiempo. Te tomo del brazo. Desaparezes. Ninguna vacua promesa más allá del amor. ¿De qué estamos hablando? He visto llover demasiadas vezes. Tengo cataratas dentro del corazón.

Y sólo quiero rugir. Sólo quiero rugir. ¡RUGIR! Maldita sea la hora en que saqué las manos. Motivos para la apetenzia, para el insano baile de formas. Todo muy politicamente correcto. Todo narrado desde la distanzia, todo inútil, casi etéreo. Cadaveras de relámpago dentro de sus pechos. Bajo los mismos, el Averno. Ni perros de tres cabezas ni ocho cuartos. Un sólo instante para condenar el deseo de darse a la subyaziencia. No diré eternamente, diré hasta nuevo compás. No me quedan notas en la escala. ¿Lo notas? ¡Sube! ¡Trepa! Escála(me) la espalda con las uñas, sírvete de mí como si fuera viento. Sécate los ojos, el alma. Corrompe el fuego, en un delirio de lujuria, soplando, como lobos en pos del cerdo escondido, como renazido y celebrante el día de su venida al mundo.

Dentro de mi boca, la cúpula de zielo se resquebraja. ¿Lo oyes? Huele a limón, a uvas pasas, a humo de barco de vapor. Ruido de charcos pisados, y murmullos. Acento de gargantas agrietadas. Como mi boca, rota de gritar mientras duermo, de alargar la mano, de no encontrar nunca el apartado de piel, que respalda en tono amargo, el que aún estando sólo, no todo solitarismo es aciago.

Vazio mis ojos por la ventana. Sé que no estás mirando. Apartas mi voz, mis palabras, las lanzas rápido a un lado. No hay conexión, no hay tratado. Agresión de sabor injustificado a nosaber, a notener, anopoderamar, té, atrapado.

Gris es la madre. Sus gritos alargados. No hay zielo, es el estómago. Una máquina hecha estómago, un otoño bien pausado. Me tropiezo, acelero, caigo. Charcos sin pisar. Mi cara. Pies en efecto gravitatorio rodando por el acerado, la calzada, el carril máquina. No puedo oler, estoy mermado.

Mermelada de limón, aeropuertos en llamas.
Conspirazión, ¡Ven a mi cama mañana!
Calles casi de cristal, se desangra mi almohada.
El otoño se 'apatenta', con su voz desdibujada.

Murmurantes telarañas, que se quitan con la manos
Mientras todo, y digo TODO
se me inunda, nunca en vano.

No hay juizio prefijado con que atar la terquedad,
uno ataca y se resiste a morir sin dignidad.
Pero hermosa es la calma, que prezede la tormenta,
con su fulgor de batalla, con sus marfiles en venta.

Vertebreo la apetenzia, improviso so la lluvia
Esas lágrimas ahajadas, revoluzionarias, ¡suzias!
Pasa el tiempo en sostenido, y no consigo comprender
porqué a pesar del frío, y del olor a café
me sabe atrofiado el instinto, toda luz pareze poca
La cúpula de zielo de mi boca empieza a arder!
el fuego me sabe la boca a cerveza
rubia
como debe de ser.

martes, 7 de octubre de 2014

La sangre de las bestias

No es apocalípsis
todo lo que no brilla,
ni arenas movedizas
los reductos del tiempo.

Nada en terco tono
deslizándose
entre tu garganta.
Nada, por no dezir
TODO.

Caen mitos abstractos
sobre el amor verdadero,
la incauta sombra
zernida
discutida
y proclamada a toda banda.

Cae la filosofía
de la carizia imperiosa,
el bálsamo de Fielabrás,
la negra marea roja,
menstrual y en sal viva.

Cae Babilonia,
¡Oh, hermosa Babilonia!
¡Con tu dorada caballera,
tus manos pequeñas,
tu apócrifo coño!
Cae el último reducto
al que acudir desesperado,
sonriente y en pleno éxtasis.
Cae en manos ajenas,
en corazones sin fondo,
en la distanzia del sueño.

Mientras sueñas
con alcanzar,
sin vértigo,
las escabrosas alturas
sobre las puntas de tus dedos
sin poder yo
más que ofrecerte
paseo a calma marejada
en lo más hondo
de un Averno
de timbre en diapasón,
recuerdos, pasados, recuerdos,
revolcón de poros
matanza al alba
eterna
idiosincrasia
de tener o no tener,
sin tenerte,
a sabiendas de que faltas...