martes, 8 de enero de 2013

Demasiada palabrería

Un hueco en mi pecho
de tamaño
descorazonador.
Que arde,
sin parar.

No hay madera,
que ayude a prender.
Es un hueco
vacío
de sensaciones,
de sueños,
memoria.

Un agujero
profundo
y oscuro,
con un remiendo en plata.
¡Abordar Constantinopla!
dicen mis pulmones.

Muerte,
de pechos
negros.
Sobre mi cabeza.

No alcanzaré la orilla.
La voces tienen razón.
Soy peso muerto,
mala espina.
¡Y qué?

Decoraré mis entrañas
con las malas hierbas
que fueron arrancadas.
Que me fueron arrancadas.

Voces de sirena, y
un sueño terrible...
Fuera...
           fuera...
                      fuera...
                                 fuera...
de mí mismo...
como mi propio corazón...