jueves, 4 de junio de 2015

La niña de la balada

Si ni siquiera me quieres
como para dejar de odiarme
y no hay ya claros ni oscuras
todo recuerdo ya es en balde.

Si en las instancias últimas
en ciernes de discrepancia
si acaso siquiera el verano
a calentarme se lanza.

Otorgo a la marejada,
más vieja y cansada
que antaño, en aire suficiente
para apoyarme en mi salto.
Hacia la azul inmensidad,
que se esconde en las cascadas
de ese sorbo a rubia,
espuma, embrión de sueño,
sinpalabras...

Y sis amarte cuesta tanto,
algo más con cada día,
al menos mientras te pienso
no me invade la desidia.
Aún sin tener Abisinia.
Aún sabiendo que por ti
me embarcaría bien raudo
por entre tus grandes paletas,
tus pilares hechos muslos,
los orgasmos dela vida
entre más cálido impulso...

Pero sé que ya no te importa
y que ya no te soy nada.
Lástima que sin tu abrigo
conociendo que te apartas
cuando algo aún te pica
muy dentro en tus entrañas,
se me pierda la emoción,
la ilusión, la fe que cabalga.
Más cuando sé con certeza
sin desequilibrar la balanza
que no es nada lo que temo,
sino amor lo que me mata...