lunes, 19 de septiembre de 2011

Nueva (mala) eyaculación

Un vaso de agua;
Los dinosaurios se extinguieron,
(un instante de silencio)                              ¡Deja de temblar!
Maldita sed de mal...

Todo queda en calma,
como cualquiera de esas fotografías
de la Guerra de Secesión,
en la que cadáveres uniformados
se pudrían en silencio.

Aguanto el pulso,                                            (sin apoyo, sin aliento tierno…)
aunque sigo luchando solo.
Fuerza,
‘’don’’ de tristes,
cuando apuñalas,
y punto.

Ojalá nunca hubiese existido.
Desnudo, con la ropa interior en las manos...

No nací de buena savia,                                 ¡¡¡No nací!!!
pero unto miel por ambas caras de la tostada,
como quien se come la ceniza,
tras fumársela en la pipa.                            Expiro                dentro
Naci a dos vueltas,                                                   Inspiro              fuera
y vivo dando giros.                                     Expiro                                  más hondo
No me parezco a Huracán Carter,
pero la nariz me gotea...


Poco me importa que suene un gallo
cuando amanezca,
o me cruce con una polaca en busca de sexo fácil
en la puerta del ascensor.                        (Cada entreplanta es un  orgasmo frío…)
Hoy vivo por mí.
Hoy tan sólo,                                                     (sólo tan solo)
por mí,
seré yo.
Y si me cuesta ambos pómulos,
lanzarme de cara en defensa de un sentimiento,
que así sea.
Pero que el K.O me deje boca arriba

con los ojos puestos en el cielo…                     con los ojos puestos en el cielo…

Habrá momentos

Habrá momentos
que no tenga
ni ganas
ni fuerzas
con que soportar
días aciagos.

Habrá otros,
que andaré
con las manos,
clavándome
cada clavo oxidado,
roca,
o borde afilado,
y no me importará
Lo más mínimo.

La presión
me ayuda a marcar las venas.
Estoy dispuesto
pero no termino de creer,
con la confianza de un niño.

Esperemos
Acertar a la primera.
(Las nueces nunca se rompen entre mis dedos)
Si no es el caso,
Tendré que olvidarme
de los miedos,
y sucumbir a la pesadez
para tras pasar la noche entre sus pliegues,
despertar y tajarle el cuello.

Cómo me gustan esos instantes
Después de diversas ansiedades,
Cuando eres consciente de que puedes con todo,
Y aunque te chocas de frente,
Que siempre lo haces,
Hablas con la firmeza,
De quien se cree lo que dice.

Convertirme en erudito
durante diez segundos.
Es mi Olimpo personal.
Sonreír,
como viendo lo que viene,
ido,
con la miel en los labios.