lunes, 25 de octubre de 2010

Chupitos de mitología pulp...

No debe quedar miedo.
Me aconsejo no dejarme llevar
por una mala emoción,
o un árbol caído en mitad
de algún bosque deforestado.
Nada me impide caminar,
y si debo dar un rodeo,
cierro los puños
y me aguanto lo negro
para cuando solo haya nubes blancas
y pueda deformarme los ojos.

A la voluntad de un sueño
recorto mis manos,
para no gastar un recuerdo
maniatándolo con toda mi vida.
Porque cuando siento
y me escueze el alma
agarro hasta el último hilo,
no importa si irreal,
de cada jodida fantasía
y la trago,
sediento,
de bosques...

Y no me importa si en ellos
hay medio año de sombras
o si hubo astillas en mis talones.
Aquiles me suspira al oído,
que enamorado se muere,
y envejecer no le es justo,
a cambio de perder el renombre.
Yo, no...

Ofrezco
mi poca capacidad de pertetuidad
por vos...
y sin ánimo de batalla,
ni ansia alguna de lucro,
me envuelvo a tu útero
como una anaconda de charca
devorándote
bajo la lluvia...
constante
de nacer siendo abisal...

Lo incongruente de un beso,
perder los anillos y la voz...
¡Resido donde siento!
Resido, malvivo, ¿maldito?
Nunca he creído en los mitos
de cavernas
a oscuras.
Maldito es quien se pierde
con las luzes encendidas,
y ciertamente
me cuesta
no cerrar los ojos
y buscar con el olfato,
como un perro viejo,
las marcas de mis manos,
mientras me nutro de ti.
Maldito,
quizás amar
me haga decantarme
entre lo inadecuado
y lo meramente habitual;
eligiendo(os),
enamorado,
amando,
una luna amarillenta
y el calor
de pechos blancos,
labios y más labios,
y escalofríos grabados
con café hirviendo.

Malos maremagnums;
Mar.
Abstinencia a noches frías,
cielo...
ciego,
con la boca seca,
y unas manos llenas de sangre
teñidas recitando.

Al final,
los rencores
de puta sifilítica
ayudan a ver
que las piernas,
que te traen de cabeza
ayudadas de las manos,
aún debatiendose en la cuerda floja
te mantienen a flote.
Hay dias negros,
eso es irrefutable.
Pero, pesándolo,
me quedo con tus nubes blancas...