sábado, 18 de septiembre de 2010

Opium et (sabores)ligneos oculos...

Lo que nos apetezca...
Humo o malas bestias.
No creo en dios,
me sabe la mala suerte a carmín.

Sherlock, ¿Donde escondiste los cadáveres de todos los ruiseñores caídos?
-¿Qué malditos ruiseñores? ¿Qué cadáveres ni que ocho cuartos?
  No creo en el amor, no es ciencia prezisa.
 Para siempre, duraré para siempre.

Fumo cánceres de media onza,
a pesar de que el cacao me causa alergia.
Ya no puedo más.
Mis pulmones dicen basta, y paro.
Mi voz dice, más, mientras me deshago.

Irreversible calidez que te arrancas en un grito
enmudecida por el frío, de una lluvia que trasquila
un sol que un día lo fue todo...pero que en su soledad
tirita como un mendigo cualquiera.

No te olvido, por más que me pierda,
entre mares o arenales secos a más.
¿Crees que tengo cicatrices por gusto?
Destrozo mis ojos, sobre los tuyos
y no me falta fuerza de choque...
Solo saber volar...

Articulaciones de cristal, trazos sexuales
sobre una piel que tiembla al pulso ajeno.
Vestirme de prinzesa y comerme el mundo.
Verme triste, en un rincón,
beberme, solo, una cerveza...
dejar de colgarme cerezas cuan pendientes,
correrme, como si valiera la pena.
Como si valiera la pena.
Que siempre la merece,
cuando siento cerca de mi pecho,
tu carne, delicada, erógena y certera...
dulze...
maldita dulzura...
siempre ahumada al opio,
siempre poco hecha...

jueves, 16 de septiembre de 2010

Solo...con hielo

La palabra Soledad es una palabra robusta. Sus pienras son hermosas y sus labios muy finos. No tiene ojos. ¿Quién los tiene, a fin de cuentas? La tengo atragantada desd hace días. ¡Joder, más malditos truenos por mi ventana! Parece que estan cercandome para meterme un chispazo y dejarme en el sitio. Pero aunque resulte frío, quizás cada trueno, relámpago o caricia de madrugada, sirvan de consuelo cuando me siento que las fuerzas me abandonan...
No hago más que tragarme el humo de una vida que oxido al respirarla, latiendo más rápido de la cuenta, con menos oxígeno del necesario. Te necesito. ¿Te necesito? Es extraño pedirle al aire que no se te escape antes de tiempo de la boca.

Al principio pensé que la juventud se me escapaba de la lengua, y solo podía recitar arrugas. Una vejez anticipada, premio a un nacimiento a destiempo, quizás. Seguí dandole vueltas a todo. No me siento tan viejo. Cansado y sin ánimos de sonrisa, pero sigo respirando sin ayuda de inguna máquina o Posidón enfurecido.
No sé que me pasa, pero desde hace una semanas mi pecho parece el escenario de cadáveres mutilados de alguna playa de la Segunda Guerra Mundial. Soldados de humo hechos triza, arrancados de vida, y enterrados de alma. Cada uno de ellos me cabe en la boca. Cada uno de ellos tuvo un último suspiro merecido, y bien sentido.
Y aunque lucho por la vida... y pretendo luchar por un choque frontal mejilla contra mejilla, con cierta delicada sombra teñida en opio...despues de salir de correr tras el sol, en una noche fría de tormenta, me paré a toser. Me costaba respirar. Aún me cuesta. La soledad me susurra al oído, al tiempo, que veo, que una calidez me arropa las entrañas y me hace expulsar hasta el último de un cuerpo que desea renacerse. Quizás sea cáncer...

Labios...

Nada de labios...
estoy cansada de besarte...
Agárrame la mano,
tengo miedo a los fantasmas.

Sabes que tengo fuerza para resistir
invasiones bárbaras y Atilas
convertidos en noches bañadas en sudor.
Pero sin ti, me muero...

Romanticismos, cánceres de piel fría...
Necesito, lo que no necesito, y más;
ocultarme entre los párpados a medio abrir
de madrugadas demasiado largas...
sin caricias que adoptar.

Toda una vida sujetando el cuello
de estrellas a medio ahogar
fuera del agua.
Ahora que me quedo a ciegas,
amando como siempre hago,
muero, dentro de esas lágrimas.

No hay marcas en mi cuello,
 ni en mi voz...
Hundirse, es como recitar
un verso al oído de quien se ama.
Cada palabra cubre una mirada...
jodidas lágrimas me atragantan...

y la soledad me muerde los labios...
en un tiempo de labios sin labio,
quedando encongido en mí mismo,
vacío, como un vaso de hielo virgen,
en busca malas bestias,
Virginias de piernas abiertas,
a medio liar...
o un simple beso, de verdad...

martes, 14 de septiembre de 2010

My ilusions...

Manos apagadas. Me quedan dos manos apagadas, y una voz demasiado ronca para seguir llorando. ¿Llanto?, que digo... Hace ya demasiado. Me tengo en pie, con los labios amoratados de autosuplicarme por qué camino seguir sin hundirme, y me faltan las fuerzas para arrancarme el corazón. Tragicomedias griegas, frías y sin mucho sentido. Tragicomedias. Me estoy muriendo por dentro y no sé cuanto más podrán mis ojos seguir mirando, y mis pulmones respirando. Cda día tengo los pulmones más llenos de humo. No puedo aguantar los nervios. Estallaré en cualquier momento, y cuando lo haga, salpicaré de alquitrán a todos los fantasmas que me rodean...
Daño lo que amo...

Mato lo que ansío...

Y no me cuesta nada seguir vivo, mientras me nutro de los labios de otras personas. No sé si merezco segundas oportunidades, ni si el humo que me encharca la voz, es calmante o cáncer en formato agridulce.
Amor, parece que todo se reduce al amor, no tengas fe en mí. Vive. Intentas luchar para convencerme de algo que no consigo sentir como antes. De algo que nunca sentí, porque no nos conocemos. Estoy solo, y no paro de hablar solo, conmigo mismo, mientras esas lágrimas que no me salen, se me quedan dentro, muy hondo, donde ni las caricias alcanzan...

-Bella opiácea... os sueño constantemente, pero temo haceros trizas... - se decía a sí mismo la flor de la amapola, tras estar vomitando toda la noche...

Quiero luchar...más no puedo del todo. Lucho, amo, busco la formade darme alas y volar, aunque sea mutando mis malditas vertebras cervicales hasta acabar estallando como un maldito cometa, que sin hilos, ni niñas bonitas que lo sujeten, acaba perdiéndose en el cielo, entre nubes, a saber de que sabor, y paraísos por debajo del valor de la luz en esta puro que flota más arriba...

Intento subir. Me arranco los labios para perder peso, me arranco las manos, mientras se me mueren las caricias, y sólo cuando creo haber alcanzado un haz de luz, me muero...

Muertes dulzes...entre sabanas sin leones... con un corazón zebreado a caricias, y una bandada de cuervos comiendome los párpados. Mis ojos, no.

Está lluviendo...
...y es imaginación mía...
...que al menos huela a jazmines...