martes, 24 de mayo de 2011

39ºC

Se me acumula el humo
que sin descanso me meto.

Cada vez más hondo.

Tengo el día negro,
sin sombra aparente.
Día de mal sueño,
y aún peor
puesta en escena.

No deseo consciencia alguna
ni lavarme las manos.
El aliento se me pudre
con cada bocanada
de más.
Como un hijo ilegítimo
engendrado
estando en estado vegetal.

Mi esperanza en el cambio
es algo menos que nula.
Ni la juventud ni el conocimiento
me harían levantar la cabeza.

Tengo costras
bajo las arrugas,
que me salen
bajo la piel.

Y sólo puedo rascarme.
inútil e impreciso,
mientras mi garganta irritada,
deja de hablar.
Aún me quedan
las señales de humo.
Me queda atragantarme,
vomitar, si Dios lo quiere,
y limpiarme el sudor,
que no para,
de la frente,
y las manos,
y el corazón.