sábado, 17 de octubre de 2020

No eres nada. Aunque lo fueras todo.

 ''Tú siempre estás intentándolo. Haces todo lo posible, no pierdes la esperanza y te convences mientras me convences a mí de que todo irá bien, mientras nos vamos a pique...'' - dijo ella, apretando los puños, sentada en lo más hondo de una esquina del sofá del cuero, con la televisión apagada, la mirada clavada a un punto inespecífico del espejo que sirve las veces de mesa, y un puñado de lágrimas de pura frustración a punto de caramelo de empezar a regar sus mejillas. ''Tu ilusión es un cáncer que se me pega al corazón cada vez que sale a colación. Antes me importaba más que mi vida misma. Ahora, ya, tras tantos tantras y tontas decepciones, ni mi vida me parece algo a tener en cuenta. ¿Cómo pretendes que me importe algo lo que hagas, pienses o sientas? Eres la destrucción de mi alma, un elemento fallido de un plan que nunca avanza. Contigo aprendí a amar, y aprendí a ver en quien se puede confiar. No eres parte de ese grupo privilegiado. Si viviéramos juntos mucho más tiempo desearía morirme. Cuando te veo, ya no hay veneración, placer ni sueño. Hace demasiado que no. Tampoco grandes locuras y aventuras. Sólo veo a un hombre pobre, con el carácter de un niño, intentando engañarse a sí mismo cada vez que abre la boca. Antes de buscar cualquier otra estupidez sin prioridad en lo que entretenerse que lo aleje de las responsabilidades. No te deseo la muerte, pero tampoco me deseo una vida así más tiempo. No puedo. Deberías ser fiel a tus promesas, hacer la maleta, coger la puerta, llevarte los dibujos que te hice, antes que los queme, y buscar otra desgraciada que crea que puedes darle una vida de lujos y amor. Vete. Y no mires atrás, porque me aseguraré de cerrar la puerta con llave, y apostar todos mis demonios tras ella por si se te ocurre venir con lamentos, disculpas, súplicas o rezos. Necesito que sientas mi ignorancia en negro. Como el corazón que me has dejado. Como mi alma. Como los pelos de tu pecho, cada uno de ellos. Espero no volver a saber nada de ti. Fuiste la alucinación que provoca el veneno de una picadura de araña. Fuiste todo para mí, y no hiciste nada para mantenernos, conservarnos ni cuidarnos. Maldito cuñado de la ponzoñ; Sibilina lengua que habla demasiado, y jamás volverá a meterse entre los pliegues de mi coño''.