lunes, 27 de septiembre de 2010

Lo que se me escapa de las babas...

Dos salidas a la lluvia.
Salto al vacío desde mi ventana,
y mis pies mojados
caen entre las ramas,
de un telar, de jazmines,
afianzado bajo el alféizar.

Amoratada lengua
que recita que no tiene frío,
y que aguantará la calidez.
¿Ves donde me llevas?
Es un lugar hermoso...

Monstruo,
que alérgico a los ajos,
queda frente a mí.
Quizás enamorado de las cebollas
en una danza incestuosa
sin suficiente marfil
para empezar a correr
o provocar que llueva de nuevo...

Bajo labios,
mínimos desde la distancia.
Con una mano abierta,
 y otra que me acaricia,
como un ángel malnacido,
una de mis mejillas...

Luchando...
tras haber logrado huir,
de lo mísero de la miseria,
sigo en pie de lágrimas
con el corazón entre los dedos.
Y cierro los ojos,
me defiendo como lo haría el aire
inhalando el aroma, a latidos,
con la boca abierta...
amoratando mis labios...
con los labios...
y los labios...

No quiero fallarte,
pondré mi carne en el asador,
y limaré mis huesos.
Necesito tiempo para saber,
ha sido una época extraña.
No sé cómo tomarme el amor,
ni las nubes negras.

Deseo sentir tu voz,
ella siempre tan ella,
monstruo y reina,
epitafio a la buena ofrenda.
Yo opté por mi sobriedad,
y me he quedado hilando tus ojos.
Sonrisa de anginas..


Divivido por dentro,
órganos y pulmones, gemelos,
busco un ápice de fuerza,
y en ti, siempre la encuentro.

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