jueves, 30 de julio de 2015

Cansadas almas devoradas por Saturno

Nezios, que os creéis que tenéis un poder enorme en vuestras manos. Necios y poco formados de la cabeza. ¿Acaso no os dais cuenta de que cuando algo no es abarcable nunca consigue ahogarte en una sensación real, incontestable? Dais por hecho que el amor se vende por piezas, a trozo pesado, filtrado, descontaminado a través de la caza regurgitada de ansias, el hambre como motor; la osadía, la desvergüenza y la ironía como amantes de las que presumir. Siempre por escrito. Una vez dos pares de ojos se enfrentan al abismo de la presencia, todos tiemblan, todos lloran como recién paridos y acaban escupiendo 'borderías', bravuconadas y verborrea, barata a trompicones, que no convencen ni a sí mismos. Pero no juzgo, señalo con el dedo a todos aquellos cobardes que olvidaron una lucha honorable hacia la verde inmensidad del amor en pos de henchir su propia sombra, olvidarse del romanticismo y la calidez y optar por pedir el menú gigante, sólo para gigantes. Igual que comprar condones XXL que guardar en la mesita de noche, esperando que Satanás te alargue el rabo o te ceda el suyo propio. Nunca fue tan complicado re-aprender a amar, conquistar las buenas maneras y no asediar con retórica de mercadillo al corazón que late. Evitando así la 'descorazonarizazión' del alma humana. Evitando así que la fe en el amor nunca muera, aunque a veces uno deba masturbarse, correr desnudo por la playa más virgen jamás hallada o empaparse en gasolina para sentir calor. Tantos amantes en la historia, tantas cagadas repetidas por inercia y tantas heridas reabiertas para que en los albores del avance toda esa estrategia y todos esos Carlomagnos y generales Crassos se resuman a un movimiento brusco y epiléptico de pulgares oponibles. Derecha. Me gusta. Izquierda. No me gusta. Ahora sí, ahora no. Ahora deambulo y ahora me siento rey sobre la colina más alta... Con lo bonito que era perseguir hasta el jodido Infierno a Eurídice para acabar perdiéndola. Tantas Eurídices perdidas. Tantos reinos en llamas. Todo naze y muere en una mirada, y ahí donde muchos ven riesgo y padezimiento continuo, otros, clásicos y anticuados, sentimos el maldito corazón delator recordándonos lo vivo que estamos, lo mucho que hay que apretar los dientes y el efecto dilatador del conformismo y la resignación a la hora de la verdad. Demasiados Cyranos con cara de asco, con demasiado miedo a acabar llenos de cristales y cicatrizes, y demasiadas amazonas retraídas en su lucha libertaria, ensimismadas en un efecto boomerang, políticamente hablando. De más. Y a dominar el mundo se ha dicho, adoptando nuevas costumbres, nuevos retos y nuevos hechizos...

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