viernes, 1 de agosto de 2014

Aiboga y Eritrea

Tengo corazón.
Viento en sátira
vuela
se reconvierte en espasmo
¡Marea de mareas!
El sol trina
por salir
y morder las montañas.
Aunque no hay sol,
ni montañas,
ni propia marea.

Granjeo sombras por cada latido pasado
paso por delante de vitrinas
de instantes guardados a conciencia.
No tengo ilusión por recobrarlos.
Caigo en el Diógenes de la numismática,
ofreciendo mi alma al Diablo
por un poco de viento.

Ya no puedo más.
No puedo abrir la mano
y perder los dedos
sin que a nadie le importe.
Ya no puedo más...
...que encontrar un espazio
apartado y en silencio,
encontrarme con la voz del sueño
y gritar muy alto.

No puedo más.
Esperaré como al que le esperan.
Sin prisas, ni agobios...
sin mala fe. Con el alma ardiendo.
Con la fantasía incontrolable
de que su pequeña mano;
(o su pequeña voz, rota y quebrada,
o su habilidad para oler a hierbabuena)
surque mi espalda
marcando en cada pequeño afluente
de cada carizia
una marca atemporal...
De fondo, una sonrisa.



Hoy más que nunca
nace un Nuevo Día,
con sabor a despedida,
con huracanados cambios de huracán,
improvisados rayos de sol, huidizos,
y siquiera nada de hambre.


Será que ya no es primavera, y todo vuelve a arder.
Como siempre.
De corazón.
Como ves.
Caliente.
Caliente.


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