martes, 29 de julio de 2014

Vida ecuánime

NO entiendo
las patadas del tiempo
ni el óxido de las manillas
del reloj que cuelga en la pared.

Respondo al inconformismo,
ante la incongruencia y el miedo.
Preparo la lengua
para sacarla al sol.

Náufrago de uno mismo,
sin valor ni emociones añadidas,
vástago triste de la suma soledad
que siente
 quien alcanza la cima del mundo,
 con el borde de los labios
(mientras muere...)
(mientras vive...)
para quedarse de nuevo
flotando boca arriba
en los charcos de fango
que afloran en la superficie
de las calles...

Me gustaría apretar los puños
y encontrar un instante
de Tierra Prometida,
sin echarme a llorar,
entre la melancolía
de recuerdos intensos y cercanos,
demasiado indescriptibles
como para ser soñados.

Solo deambulo entre pesadillas...

Dime, Diosa Fortuna:
¿Tango ahajé tu coraza de buena esperanza
y fe en la irresoluble incordura del que ama,
como para que ahora, en ráfaga,
en corta y cuarenta,
me arranques las pasiones,
 ilusiones,
susurradas entre sábanas de arena mojada,
delineando un futuro que no se deja ya oler.

Entiendo los motivos del CAOS,
del ecléctico vaivén de la compostura.
Entiendo que no sea el momento,
y no ser más que la persona sobrante..
.
Entiendo la fácil supresión de mi persona,
de mi voz, de mi alma.
 Lo juro, que lo entiendo.
Sin categorismos, sin arrastres de marea,
sin palabras que edulcoren ni embellezcan
la caída de los jardines colgantes.

Pero no puedo evitar amar,
no puedo apartar mi reflejo,
NO quiero hacerlo,
¡Sé que soy imperfecto!

Corrijo mi voz con la congoja acumulada
respiro de mala presenzia, No sueño
NADA
Espero mirando por la ventana, como quien vive,
ensimismado, dudando de que el viento me traiga
un pedazo de piel, espuma de Atlántico,
el sabor de tus labios, las chinas sombras
de tus dedos sobre mi espalda...

Demasiadas palabras. Puedo resumirme...

Ni todo es tan negro, ni huele a horno de leña.
La pureza reside en los latidos que no me pertenecen.
La distancia es una puta despiadada,
un contexto fácil y escabroso.
He decidido en máxima discreción
no callarme ni una lágrima más,
No puedo.
Porque no puedo.
Y aunque sale el sol,
y casi puedo inventarme
que se siente con una carizia,
suenan palmas en vez de latidos,
palmas en eco,
aplausos de fin de función.
Una muesca más,
poco soy más que eso.
Derribo las puertas de Roma,
para encontrarme sólo los cuerpos
sin vida
de cada uno de mis sueños.

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