El calor
Me impide subir las persianas.
Es sofocante
Y asfixiante.
Sólo
Cuando comienza a respirarse
Algo de brisa
Puedo arrancarme
Del aislamiento,
Provocado y necesario,
Para sentir un soplo
De aire fresco
Por mi garganta.
Mientras tanto
A mi alrededor
No hay nadie.
Haitualmente
Cuando miro hacia abajo,
Al patio de vecinos
Se me erizan
tres o cuatro gatos
a los que mantengo la mirada.
Pero hoy
no queda ninguno.
Me gusta la sensación
De esconderme del mundo,
Dentro de una oscuridad
Que me huele
Propia,
Para salir al rato
Y seguir estando
Igualmente
Perdido
En mí mismo.
El silencio,
Solo
Con un poco de azúcar,
Es como volver a nacer,
Sin preocupaciones que valgan.
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