lunes, 14 de marzo de 2016

No hay infierno

Mi vida... tantos atajos, tanta vida acumulada entre los dedos, antes de cada caricia. Tus labios, casi ni los recuerdos, mientras un regusto amargo de pasiones desaforadas se me queda en el cielo de la boca. Me muero. Cuesta imaginaros al otro lado del mar muerto, que durante noches fue tornado en encerado de baile.
No hay infierno

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