miércoles, 6 de agosto de 2014

Meneo patinete

Dos bocas abiertas
con dientes
separados
y apunto
de encontrarse.

Lengua, saliva de sal fina
entre dos lenguas
hechas una.
Lenguas de tropiezo
de ansia viva, en carne viva.

Mordidas y a jirones
en el marfil
que aprisiona
la enzía de labios rojos
al lado exacto
de la muerte
dulce y atrevida,
atreviéndose,
a golpear
la dezenzia del silencio
incando el diente.

Labios de piel
en sangre caliente.
No toda garganta alflora
girasoles de hojas negras.
Ni todo el miedo
irresoluble de la inexpliativa
reencolntrada;
a cada salto
entre la vereda
de manos que se ajitan
y el alma se aterra.

Se malinterra. Como si dijese tierra adentro.
Al final, costó cara la sombra de la saliva.

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