Riesgo.
Cardenales
de un negro
apasionado
en la planta izquierda
del pie.
Tras una caída aparatosa.
Tras resbalarme con
mi propia
sombra y
pisotear un corazón
que convertido
en zapato de cristal
sólo sirvió
para un último vals
de sudor y sangre.
Las fuerzas
no siempre
pueden servirse.
Mi cuello alberga una tensión
que desarticula mis gestos,
consiguiendo tornar
mi fijación de músculos
en deforme consonancia,
en un frío
e hierático semblante.
Sin arrugas ni vida.
Como uno más...
Necesito un buen boca a boca.
Que se me salga hasta la última gota
de agua salada de los pulmones.
No atragantarme más con la lengua,
a no ser que sea ajena,
y comerme el mundo
ensartando sus negras nubes
con las astillas que tengo clavadas
entre cada órgano, ...
cada voz, ...
cada paso...
Y que si hay algún miedo...
Que salga de tu garganta
mientras mi esperma se disuelve en ella.
Miedos con esencia a vida nueva.
Pesadillas de escaso valor.
Autopistas de noche
No hay más amanezeres.
Se escuchan grillos,
gritos...
y orgasmos ideados.
Idílicas muestras
de que algo se mantiene latiente
entre las horas de días muertos.
Piel de serpiente.
...Te toco...
Tienes piel de serpiente.
Abre tus piernas
y ofréceme la manzana.
Tan sólo necesito
tumbarme al sol
con semejanzas a iguanas,
y sacar la lengua
para sentir la brisa.
(mientras el sabor
de la manzana
se corre por mis labios...)
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