Sé que el dolor te puede
y que apenas
te quedan fuerzas
ni gana alguna
con que afrontar
un vientre hinchado
de distancia
y noches
de cristales
apunto de romperse.
Con la boca
aguada
y llena de tierra.
De sarro corazón,
y sangre
en constante ebullición...
¡Aguanta! el fin del mundo
se nos aparece
con tonos demasiado pálidos
pero siempre
encontramos
pequeños instantes
agrios
a los que aferrarnos
con uñas y dientes
para olvidarnos del miedo
y acabar esbozando
una sonrisa...
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