martes, 16 de noviembre de 2010

Calor y frío...

Inseminado por dentro
por un calor que abrasa,
mientras me tiemblan las piernas,
una y otra vez.
Parece un parkinson avanzado,
mis manos responden lentas
y siento piedra en el pulmón.

No me llega a interesar demasiado
nada relacionado con el sueño,
suelo estar despierto durante el día,
sobretodo noches...
mientras me aguanta el talante,
que más que talento creado,
es tertulia en temblor puro.

Del agrio paso a un sabor de almizcle.
Sigo teniendo miedo.
Quizás sean miedos aparte,
quizás sean dientes aparte,
pero de un negro pantera me visto
cuando por dentro implosiona algo
que parece simple tos
y deriva en (sobre)preso.

Elba me queda lejos,
aún con la mano al estómago.
Prefiero avanzar sin alzar la vista,
a ras de suelo...
suelo sentirme cálido.
Trata(n)do de vivir
a pies juntillas sin espinas
comiendo tiburones blancos
con una amarga saliva fría,
verde o amarillo mostaza.
¡O se me pudre la carne
o llevo ingertas primaveras!

Vivo,
rugiendo como un león,
en una sábana
manchada por la sangre...
o duermo...
A veces perderme tanto
entre los vientos ajenos
de cara a la pared
casi ardiendo, sin arder,
me hace sonreír como un idiota.
¿Confiado?
Poco me importa si muero
a lomos de una aurora eterna,
sobre alfombras voladoras,
como si encuentro un Delorian
alimentado de orgasmos,
pues todo tiembla.
Y dentro de ese temblor,
de niebla espesa y raíces color caramelo,
me debato entre luchar
dejando marcas
como un vulgar coyote de desierto,
o quemarme piel muy dentro,
donde húmedo,
quizás por la lluvia,
late el corazón,
que late dessde otro cuerpo.

Es primavera, y punto.
A veces tengo miedo.
Rugir como un león,
que sangra si no arde,
que se escalofría
cuando amanece y es tarde,
o demasiado pronto para escapar.
Tengo miedo,
de no poder temer(te)
tendida sobre un lecho grana
postrada a lo insano de la lengua
recitando versos fríos,
como cada una de tus gélidas manos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario