Cuando todo se ha hundido,
y no hay alas con que escapar.
¿Soles que muertos
caen
y se estrellan contra mi cabeza.
Pesado.
lleno relativo de vida,
Pasado.
Voz que clama dentro de mí.
¡Aguanta!
Otra noche
en el martirio
de tocar fondo
por conservar
la entereza
o el corazón.
Elucubraciones,
sandeces varias.
Una vez apartado
el sacrificio
del guerrero
no queda más que sangre,
heridas
y un vano sabor de gloria.
Sabor a polvo,
y madreselva,
sin una maldita carizia
como Dios manda.
Tampoco
importa demasiado.
Me tiemblan las manos.
Alcoholizado al abandono.
¡Café solo...!
Avanzo en círculos.
Todo gira a mi alrededor.
Mis lágrimas secas,
mi hueco en el pecho,
y la sensación
de que por más que mastique
el fango, y el miedo
seguiré sintiendo
esa azarosa presencia
de fantasmas a los pies de mi alma.
Intentaré dormir.
Algo más, un poco
al menos.
Estoy cansado,
y no pienso con claridad
como cada noche
mientras desde el suelo
oigo como indios
llegar la caballería,
mientras espero
a que me pisotee
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