miércoles, 3 de octubre de 2012

Deudor de guisantes


He tardado demasiado
en volver a abrir la boca.
Pero el tiempo no perdona.
las palabras
se atragantan
y balancean
en un limbo personal,
donde sólo consigue zafar
la fortaleza interior
y las ganas de largarse.
Detesto
no emitir
 más que un balbuceo.
Infantil e inmóvil.
¡Mi vida, mi pura esencia!
Relegada a una mirada
con nostalgia.
Pero como toda
mal mosca,
que huele la cerveza
y la podredumbre
arranco
mi silencio
como el sol
me arranca la piel,
nada más amanecer.
Y aparezco,
desde una invisibilidad,
no diré que programada,
pero sí descatalogada.
Para decir:
¡Soy yo, huelo el mundo!
¡Si alguien quiere impedirlo,
que levante la mano
y me lanze su lengua!

Un ejercicio de fe.
Dejar escapar
lo que procrea en mi cabeza.
Aún sin que nada me mueva,
ni tenga un maestro
al que debiera honrar con mi
poética, lírica, rima asonante…
(risas)
Sólo son palabras.
Pero joder…
Hoy son las mías.
Y eso me encanta.

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