en
volver a abrir la boca.
Pero
el tiempo no perdona.
las
palabras
se
atragantan
y
balancean
en
un limbo personal,
donde
sólo consigue zafar
la
fortaleza interior
y
las ganas de largarse.
Detesto
no
emitir
más
que un balbuceo.
Infantil
e inmóvil.
¡Mi
vida, mi pura esencia!
Relegada
a una mirada
con
nostalgia.
Pero
como toda
mal
mosca,
que
huele la cerveza
y
la podredumbre
arranco
mi
silencio
como
el sol
me
arranca la piel,
nada
más amanecer.
Y
aparezco,
desde
una invisibilidad,
no
diré que programada,
pero
sí descatalogada.
Para
decir:
¡Soy
yo, huelo el mundo!
que
levante la mano
y
me lanze su lengua!
Un
ejercicio de fe.
Dejar
escapar
lo
que procrea en mi cabeza.
Aún
sin que nada me mueva,
ni
tenga un maestro
al
que debiera honrar con mi
poética,
lírica, rima asonante…
(risas)
Sólo
son palabras.
Pero
joder…
Hoy
son las mías.
Y
eso me encanta.
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