martes, 24 de abril de 2012

Opio, entre espa(l)das

Por todos los medios
me cargué
huesos de
más
sobre mis
hombros cansados.
Demasiado pisar
fuerte
sobre un camino,
como siempre,
inacabado y eter-
No.

Complicado.
Te vuelves
en mitad de
la noche
y te brillan los ojos.
Están cerrados.
Una punzada.
                     Una punzada aún
                                                  más fuerte.

¿Cómo se puede
alcanzar
una estabilidad psicológica
cuando salen de la espalda
raíces de secuoya
que te roban el aire
de los pulmones?
    Me encargaré
de transformar
esas punzadas,
de colmillos
a presión.
Necesito tenerte.
Arriba.
Más dentro.
Cómo si no fueras real.
Y cuando,
vuelva el murmullo,
que se te escapa desde dentro
gritaremos
al mismo tiempo.
Dos bestias
salvajes
en celo,
buscando una nota común.
Un par de hojas,
que en su espera de otoño,
caen desde las alturas
sin dejar de andar el vuelo.

Habrá un escaso segundo
en que mi tinta pueda
sonsacarte una sonrisa,
aún siendo tatuado por dentro,
aún siendo,
sin nacer, aún,
un pedazo de forma inconexa
con que moldear tu boca
para besarte luego.

No hay comentarios:

Publicar un comentario