Es fácil evocar un recuerdo
que te haga temblar
sin parar.
Dejar de ponerte los bellos de punta.
Pero cuesta tanto,
Aferrarme a un olor.
Me cuesta tanto recordar
su textura…
La piel, que en calma cosecha,
las raíces que se me clavan en las fosas nasales,
El sabor,
el caliente sabor que me trasmite…
Me quedo con la cara dormida,
un semblante rígido
de idiota que recuerda.
Faltándome la sensación
de sentir,
a certeza cierta;
Oliéndome
por dentro,
por oler(te),
mientras te acaricio
Al vacío…
La memoria guarda un recodo particular para los olores, menos manejable pero más auténtico.
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